Me encontraba estudiando la preparatoria, cuando mi mamá -preocupada por su jubilación- me comentó que uno de los derechos que tenían como trabajadoras de la educación al momento de jubilarse, era heredar de alguna manera, la plaza para sus hijos; es de aplaudirse que se les reconozca su trayectoria al frente de un grupo, pero, ¿si soy hija de maestra, mi destino es ser maestra? y ¿si aspiro a ser abogada litigante…?
Tenía entre 16 y 17 años y si tomaba esa plaza, por mi grado de estudio y edad, accedería a una intendencia, aunque claro, con un trabajo seguro, y, si, continuar estudiando para aspirar a una plaza de profesora y obtener un mejor ingreso; sorprendentemente la primera en decirme no, fue ella misma, mi mamá, cuando expresó: “hija, yo veo que te gusta estudiar, y si te quedas con la intendencia, tal vez ahí te vas a enfrascar, y creo que puedes lograr más”.
Fue así que después de no ingresar a la escuela superior, me uní al movimiento de estudiantes rechazados y logré estudiar en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana; sin embargo, diariamente me cuestionaba ¿por no ser hija de abogados de renombre, no lograré tener una plaza en el Poder Judicial del Estado de Michoacán?
Al igual que en el ámbito educativo, observaba que quienes estudiábamos para obtener los mejores promedios, liberando prácticas profesionales gratis, estudiábamos idiomas y preparándonos para ser las mejores litigantes, por el hecho de no ser hijas, sobrinas o nietas de jueces, magistrados o políticos, difícilmente lograríamos aspirar a llegar a ser secretarios proyectistas, ministerios públicos, etc.
Entonces, ¿en qué momento los derechos laborales se convierten en perjudiciales para las nuevas generaciones? Debemos buscar un método que sea equilibrado para quien labora por décadas, así como para quienes intentamos ingresar a un espacio laboral bien remunerado.
Entre múltiples recuerdos, les comento que me encontraba en clases de derecho laboral, cuando mi maestra muy emocionada expresó que se sentía contenta porque la Ley Federal del Trabajo había sido reformada para prohibir que los menores de 15 años trabajen, sin embargo, renuente le respondí que en el papel eso estaba bonito, pero la realidad eso serviría para que la parte patronal siga explotando a los menores.
Pues, veía a niños de 5 años en el corte de fruta y si la edad aumentaba pues el patrón seguiría incumpliendo por unos años más, en cambio, si la edad se mantenía o incluso disminuía, éste, estaría obligado a pagar.
El tema laboral es muy amplio, debemos pensar en todos los rangos etarios, desde la infancia, hasta la edad adulta, es por eso que, como estudiante y creadora de leyes, pero sobre todo como trabajadora mexicana, me pregunto: tú, ¿Para quién trabajas? ¿Para tu familia, para el sistema, para el narco o para ser esclavo? ¿Te gusta tu trabajo?
Lo más hermoso en la vida es tener un trabajo que te haga feliz y disfrutes día a día, y al mismo tiempo te paguen por esa felicidad de ayudar a los demás, te invito a ser feliz y a que triunfes en lo que te gusta y no en lo que te obligan a hacer para seguir tradiciones, yo agradezco a mi madre su preocupación y al mismo tiempo su motivación para verme feliz.